La maternidad nos hace fuertes y la llegada de nuestros hijos nos hace flexibles. El trabajo del hogar nos hizo organizadas .
Por eso ahora las mujeres trabajamos, criamos a nuestros hijos, atendemos nuestra casa, ayudamos con las tareas de nuestros hijos, y además encontramos un tiempo para ir al gimnasio, a la peluquería, para estudiar y para tener una vida social propia.
Las mujeres nos levantamos más temprano que el resto de personas, preparamos el desayuno, nos vestimos y nos alistamos para salir.
Dejamos las cosas en orden antes de partir hacia el colegio y de allí a nuestros trabajo. Lidiamos con las responsabilidades laborales y a la vez con los problemas del colegio de nuestros hijos.
Luego del trabajo una vez en casa, preparamos la cena, bañamos a nuestros hijos, supervisamos que las agendas estén firmadas y las tareas completas.
En medio de todo esto ,mi esposo llega a la casa de mi madre nos recoge, nos vamos a casa, llegamos el cruza la puerta, enciende la TV y se tira en el sillón ya que “no puede mas”.
Mientras todos se sientan a la mesa, sirvo la comida y mas tarde lavare los platos.
Una madre no se retira a descansar hasta que no chequea que todo este apagado y cerrado, que la ropa para el día siguiente este lista. Recién ahí paso por el baño, observo y uso algunos minutos de esa paz para mimarme con alguna crema.
Para cuando llego a la cama y chequeo que la alarma para el día siguiente esté activada, me doy cuenta que mi esposo esta dormido con la TV encendida en algún canal de deportes. Me meto en la cama, me acurruco y descanso soñando con que al día siguiente mi esposo se ocupará de las tareas que realize el día de hoy, ya que lo importante es compartir...
No siempre sucede, ni a todas las mujeres. La fuerza y la energía que te da convertirte en madre hace que todo lo necesario, se haga. Nunca estaremos demasiado cansadas . Las mujeres nos volvimos fuertes y lo demostramos a diario en la cantidad de cosas que hacemos, más que algunos hombres..
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